No te avergüences de ser humilde.
La humildad es el conocimiento perfecto de lo que somos y podemos, sin ilusionarnos con cualidades que no tenemos.
Humildad no es postura del cuerpo ni tono de voz: es una actitud del espíritu, que sabe lo que es y lo que puede, y que no requiere que los demás la vean: vale por sí misma.
¡Por lo tanto, sé humilde!
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