Gracias a él no me abruma la soledad, y hallo una mano amiga cuando las
nostalgias se apoderan de mi alma. Sin familia, vagaría errante, prisionero
del ego; a la deriva, como barco sin timonel y sin destino. Un muerto en vida
por falta de cariño.
Sé que mi hogar es un tesoro, por eso lo cuido y valoro. Afianzo la unidad
con diálogo, detalles, respeto y comprensión.
Gracias, Señor, por mi familia, la necesito y ella necesita de mí; de mi amor,
de mi alegría, de mi apoyo y de mi esperanza. Mi hogar es mi mayor riqueza.